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Relación Estados Unidos–México será puesta a prueba en los próximos meses

La relación bilateral entre Estados Unidos y México enfrentará momentos de tensión en medio de una transición presidencial y un ciclo electoral. Impulsar una agenda conjunta dentro de una relación “interméstica” —a la vez interna e internacional— mientras se mantiene una postura políticamente neutral y se busca dar estabilidad a los mercados, será un desafío complejo. ¿Será posible lograrlo?

Por el Fundador y CEO
SUASS GROUP 

06/12/2024

Algunos dirán que ya hemos pasado por esto antes. No obstante, no es del todo cierto: nunca las circunstancias habían sido tan determinantes. Los cambios y tensiones geopolíticas continúan ejerciendo presión sobre los mercados. A su vez, las elecciones en Europa anuncian un giro hacia la derecha del espectro político, mientras que este verano marcará el inicio de una temporada electoral particularmente intensa en Estados Unidos.

En México, mientras tanto, ha sido electa la primera presidenta del país. Claudia Sheinbaum asumirá el cargo el 1 de octubre, y el resultado de las elecciones nacionales —una victoria contundente del partido Morena— proyecta una sensación de “gobierno demasiado grande para fallar”, dado que el partido oficialista logró además la mayoría en el Congreso, municipios y gobiernos estatales.

Nuestro análisis indica que, más allá de las reformas controvertidas anunciadas por el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador —como la reforma al Poder Judicial, la laboral o la propuesta para eliminar organismos autónomos y algunos entes reguladores—, los días de volatilidad en la paridad peso–dólar forman parte de una percepción más amplia sobre el “gobierno electo”. Las expectativas son extraordinariamente altas —para bien o para mal—, aunque dentro del sector empresarial se percibió un tono constructivo y positivo durante la campaña de Sheinbaum.

La llamada “Cuarta Transformación” parece haber alcanzado una curva de aprendizaje en su relación con el sector privado y con organismos internacionales, lo que impactó favorablemente la percepción de riesgo político ante la victoria de Sheinbaum. La reacción inmediata del tipo de cambio tras las elecciones fue resultado de un desenlace electoral inesperado, aunque previsible. Sin embargo, la pronta respuesta y la estrategia de comunicación efectiva de la presidenta electa tuvieron un doble efecto: primero, generaron alivio entre los mercados y las voces críticas, al mostrar los primeros signos de autoridad y liderazgo; y segundo, plantearon una pregunta de fondo, luego de que el presidente López Obrador reafirmara su control político y recordara que aún gozará, durante un mes, de mayoría legislativa:

¿Podrá Claudia Sheinbaum marcar distancia de su antecesor? ¿Podrá demostrar voluntad política y autoridad para actuar en nombre de su propio gobierno, anticipándose a posibles reacciones negativas del mercado?

Nuestro análisis sugiere que sí. Sin embargo, navegar un entorno político tan cargado —tanto interno como externo— requerirá pragmatismo, canales de comunicación paralelos y una línea discursiva sumamente precisa. Será necesario equilibrar la relación con su antecesor y, al mismo tiempo, establecer desde el inicio el tono adecuado de su administración, sin detonar una crisis.

Ganar la confianza de quienes no votaron por ella y mantener la credibilidad ante el sector privado —y, por ende, ante los mercados— implicará también enfrentar el proceso electoral en Estados Unidos, uno en el que el presidente en funciones tiene poco que perder.

La relación bilateral entre ambos países ha llegado a un punto en el que la compartimentación de temas dentro de la agenda común es vital. Lo que durante dos décadas fue visto como un ideal, hoy se ha convertido en una necesidad geopolítica para las dos naciones más interconectadas del planeta.

En SUASS, consideramos que si la presidenta electa Sheinbaum logra conducir con equilibrio su transición, con una combinación adecuada de autoridad, voluntad política y la dosis justa de cercanía con la narrativa del presidente López Obrador, podrá enviar señales claras a la comunidad internacional sobre el rumbo de su futuro gobierno.

Asimismo, podrá gestionar la relación con Estados Unidos de manera estratégica durante un proceso electoral que se anticipa confrontativo, en el que los temas relacionados con México estarán en el centro del debate político. Será necesario manejar dos tonos desde lo más alto: el reactivo del actual presidente estadounidense y el estratégico, reflexivo y calculado de la próxima presidenta mexicana.

Para más información sobre cómo evaluar mensajes estratégicos y adoptar un enfoque basado en inteligencia para la toma de decisiones, síguenos o contáctanos.

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